Muchas veces sólo cuando llegamos a ese punto de insatisfacción inspiradora en el que decimos:
hasta aquí, se acabó, así no sigo, y resolvemos con verdadera determinación dar un paso adelante.
Como resultado, Es ahí, cuando reunimos el coraje para pasar de lo conocido a lo desconocido.
Sin embargo, hay otras veces en las cuales no es necesario que toquemos fondo, sino que sencillamente algo o alguien nos inspiran
para romper nuestros aparentes límites y dar ese salto metafórico al vacío.
Sin embargo, Lo que muchas veces condiciona nuestro mundo personal y social son las creencias que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida,
por ejemplo, la carga emocional que implica un «deberías», «no deberías», de «tendrías», «no tendrías».
Así, uno se crea la idea de que debería ser más cauto, y no debería ser tan ingenuo, además, de que tendría que ser más precavido,
y no tendría que ser tan confiado.
Todas estas exigencias tienen perfecto sentido cuando uno se contempla a sí mismo como defectuoso e incompleto,
pero no tienen sentido cuando comprendemos que:
Al Contrario, lo que está más allá de la identidad aparente es una esencia llena de inteligencia, creatividad y amor,
Por eso, el entrenamiento que verdaderamente ofrece resultados
no es el que nos ayuda a mejorar nuestra falsa identidad para que seamos como nosotros u otros pensamos que deberíamos ser,
sino aquél que nos ayuda a trascender esa misma identidad para reencontrarnos con quienes somos en realidad.
Y es en ese momento, «cuando el gusano creía que se acababa el mundo,
fue cuando comenzó su transformación en mariposa y se liberó».